al desarrollo científico-tecnológico, y los países
pobres lo siguen siendo porque no lo hacen.
La ciencia no es cara, cara es la ignorancia.”
Bernardo Houssay
Los abajo firmantes, integrantes del Directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), deseamos expresar públicamente nuestra enorme preocupación por la situación presupuestaria y salarial que está atravesando este organismo. Estamos próximos a finalizar un nuevo año de serias dificultades para el sistema científico-tecnológico nacional, que quedará signado por la incomprensible decisión de suprimir el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Con mucha tristeza e impotencia vivenciamos mes a mes un sistemático deterioro en la capacidad institucional de promover la producción, trasmisión y transferencia del conocimiento.
En estos tres años el CONICET ha sufrido un profundo y sostenido deterioro de los salarios de sus trabajadoras y trabajadores y de los estipendios de sus becarias y becarios, muchos de los cuales viven con remuneraciones que se sitúan por debajo de la línea de pobreza. A esto se suman la conocida disminución del número de ingresos a las Carreras del Investigador Científico, las serias dificultades para efectivizar en tiempo y forma los ingresos a la Carrera del Personal de Apoyo y la imposibilidad de renovar los cargos del plantel técnico-administrativo que constantemente se pierden, en muchos casos por causa de los bajos salarios.
Por otro lado, los fondos para funcionamiento, infraestructura y financiación de la investigación y sus tareas subsidiarias han disminuido drásticamente año a año en valores reales, pero también incluso en forma nominal, frente a un complejo proceso inflacionario y devaluatorio que ha minado nuestra capacidad de promover la producción científica, el desarrollo tecnológico y la innovación de los procesos productivos.
La mayoría de las Unidades Ejecutoras terminarán el año con un financiamiento de solo el 40% de lo prometido, y es importante que se sepa que esto no responde a caprichos del Directorio, sino al efecto selectivo que los aumentos de tarifas han tenido en el organismo. Para colmo, el presupuesto 2019 deja al organismo al borde de la imposibilidad de financiar cualquiera de sus muchos instrumentos de promoción y esto a su vez afectará seriamente la capacidad de trabajo de toda la red institucional del CONICET y de las instituciones asociadas, las cuales también se verán seriamente afectados.
Nos hemos visto forzados recientemente a tomar la dolorosa resolución de no otorgar por ahora los subsidios para reuniones científicas que ya habían sido seleccionadas en la correspondiente convocatoria por falta de financiamiento, aun a sabiendas del perjuicio que esto producirá en la comunidad, pues es necesario destacar que nuestro país tiene una larga y reconocida tradición de acoger año tras año prestigiosas reuniones nacionales, regionales e internacionales que cumplen la función fundamental de promover la sociabilización de las líneas de trabajo y fomentar la imprescindible cooperación. En particular, hoy tememos no poder atender otros compromisos asumidos, y en particular poder pagar los subsidios adeudados y ya comprometidos.
El presupuesto 2019 aprobado por el Congreso de la Nación contempla para el CONICET un aumento aproximado del 23% con respecto a lo que se habrá ejecutado este año al 31 de diciembre, mientras que la inflación en el mismo período habrá sido superior al 46%. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedía en los últimos años, este presupuesto incluye los futuros acuerdos paritarios y prevé una seria disminución, incluso nominal, de los fondos para funcionamiento, inversión y financiación de proyectos. En definitiva, de no mediar una ampliación presupuestaria, es de esperar que continúe mermando la capacidad de investigación científica y tecnológica, la razón del ser del CONICET.
Como dijéramos ante la Cámara de Diputados de la Nación en ocasión del debate previo a la sanción de la ley de presupuesto 2019, entendemos que las políticas públicas de financiación de la ciencia, la tecnología y la innovación deberían fijarse en una perspectiva estratégica, más allá de las urgencias y la inmediatez que caracterizan a la política argentina. Las sociedades contemporáneas no disponen de valor más preciado que el conocimiento a la hora de superar sus problemas, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanas y ciudadanos y proyectar un futuro de prosperidad con justicia y equidad.
Argentina tiene una enorme capacidad de producción de conocimiento, creada con el esfuerzo de muchas generaciones, que le ha permitido alcanzar destacados logros, científicos y tecnológicos. Poner en riesgo esa capacidad de transformación sería echar por tierra los sueños de poder superar las grandes falencias estructurales que nos aquejan desde hace siglos.
Hacer de la ciencia y la tecnología una política de estado no es solo un postergado sueño de nuestra comunidad, sino ante todo una urgente necesidad de nuestra sociedad, pero eso no se logra declamando y buscando el resultado fácil y rápido, sino con inversiones sostenidas en el tiempo y articulando entre todos los sectores de la sociedad y de los estados aquellas políticas públicas que permitan acordar primero y promover después las acciones que potencien el efecto transformador, tanto cultural cuanto socioeconómico, del conocimiento. Y como muestra la historia de las naciones hoy prósperas, para ello es necesario aumentar sustancialmente la inversión pública y estimular fuertemente la inversión privada.
Por todas estas razones nos sumamos a los reclamos, colectivos e individuales que comparten con nosotros la extrema preocupación por la situación de la ciencia, la tecnología y la innovación productiva en nuestro país, sin distinción de simpatías partidarias. Al mismo tiempo nos permitimos apelar a la comprensión del Sr. presidente de la Nación para que dé solución rápida a estos problemas presupuestarios.